Javier Marticorena haciendo pan en el horno de Huarte (1984).
JAVIER MARTICORENA, UN DIEZ COMO TRABAJADOR Y COMO PADRE DE FAMILIA
Un oficio de tradición
La historia del Panadero de Eugui comienza en 1927, en Casa Baltasar, fecha de la que tenemos constancia donde el abuelo José Marticorena, daba comidas, tenía comercio y un horno para hacer pan. En 1927 nació Javier Marticorena El Panadero de Eugui, quien con 20 años recupera la actividad de la panadería. Fueron comienzos duros porque cada dos por tres había cortes de luz y entonces tenía que amasar a mano sobre una artesa. Una vez el pan ya hecho, se encargaba de repartirlo en bicicleta o en mulo por las bordas y casas del pueblo, un trabajo que realizaba con mucho esfuerzo y rompiendo muchas alpargatas.
En 1970, tuvo que tomar una dura decisión; quedarse en el pueblo con bastante poco futuro, ya que el nuevo pantano en construcción anegaba Casa Baltasar y parte del pueblo, o salir de éste para buscar un futuro mejor. Se instaló con su familia en Huarte, un pueblo más grande y con más servicios, en la que se dio a conocer y donde durante ocho años, trabajó y creó una pequeña empresa.
En 1978 cambió de domicilio a las afueras del pueblo, y durante 16 años desarrolló esta actividad con toda su ilusión.
El 10 de abril de 1995, murió después de toda una vida entregada a sus responsabilidades y a su ilusión por hacer las cosas bien. La empresa había crecido y dejó tras de sí una numerosa familia.
Repartiendo pan por las bordas del pueblo de Eugui en bicicleta (1965).
Fermín Marticorena, continua el trabajo de su abuelo y su padre.
Casa Baltasar, casa natal de Javier Marticorena en el antiguo pueblo de Eugui, hoy anegada por las aguas del pantano.
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Un oficio de tradición
La historia del Panadero de Eugui comienza en 1927, en Casa Baltasar, fecha de la que tenemos constancia donde el abuelo José Marticorena, daba comidas, tenía comercio y un horno para hacer pan. En 1927 nació Javier Marticorena El Panadero de Eugui, quien con 20 años recupera la actividad de la panadería. Fueron comienzos duros porque cada dos por tres había cortes de luz y entonces tenía que amasar a mano sobre una artesa. Una vez el pan ya hecho, se encargaba de repartirlo en bicicleta o en mulo por las bordas y casas del pueblo, un trabajo que realizaba con mucho esfuerzo y rompiendo muchas alpargatas.
En 1970, tuvo que tomar una dura decisión; quedarse en el pueblo con bastante poco futuro, ya que el nuevo pantano en construcción anegaba Casa Baltasar y parte del pueblo, o salir de éste para buscar un futuro mejor. Se instaló con su familia en Huarte, un pueblo más grande y con más servicios, en la que se dio a conocer y donde durante ocho años, trabajó y creó una pequeña empresa.
En 1978 cambió de domicilio a las afueras del pueblo, y durante 16 años desarrolló esta actividad con toda su ilusión.
El 10 de abril de 1995, murió después de toda una vida entregada a sus responsabilidades y a su ilusión por hacer las cosas bien. La empresa había crecido y dejó tras de sí una numerosa familia.